Carta de una motivada

Mis amigues, o las personas que me ven bailar desde el cariño dicen que siempre estoy enchufada. Y sí, me motiva y me fascina la danza en su sentido más artesanal. Me encanta pensarla como un tejido o una red, que sostiene los cuerpos y los pensamientos (que son una misma cosa), y hace que se amplíe el conocimiento. 

Si tuviera que definirme diría que soy intérprete, creadora e investigadora. Pero creo que soy, y que todas somos mucho más que eso.

Me siento muy identificada con todo lo que tiene que ver con proceso, con la experiencia de exponerse a pasar por ahí, recorriendo alrededores del asunto danzado, y persiguiendo un pensamiento crítico sobre el mismo.

No me atraen las certezas, y cada día me recuerdo que estamos aquí danzando sin la necesidad de obtener un producto, o un resultado con un valor mercantil. Prefiero merodear.

Me atraen las periferias y los contornos. Entiendo la práctica como mi manera de vivir y tratar de entender qué es lo que está pasando. Me interesa todo aquello que no terminan de encajar en algún sitio.

Me considero un cuerpo híbrido. Surfeo entre la danza y el flamenco, sin necesidad de escoger. Amo la danza y amo el flamenco, pero necesito acercarme a ellas a través del contexto, de este modo encuentro una lógica más cercana y terrenal.

Creo que puedo aportar una mirada abierta, y un cuerpo entregado y riguroso. Tengo ganas de trabajar y compartir en colectivo, entendiendo que es la mejor manera para llegar lejos y profundo. 

“La naturaleza efímera de la danza viene determinada por su carácter amoroso: no hay nada que retener, no hay nada que se pueda guardar. Al igual que sucede con el Amor, la danza solo se puede detectar por las marcas que deja en los cuerpos a su paso. En tanto acto amoroso, la danza del futuro sucede como una liberación de potencia gaudendi, de poder de goce que pone en cuestión los límites establecidos de los cuerpos develando posibilidades desconocidas de ser y estar. La danza del futuro produce encarnaciones insólitas que redefinen constante y radicalmente la acción amorosa. En este sentido, aunque la danza del futuro sabe que nada acaba nunca del todo, a menudo, el rastro que deja en los cuerpos con los que se compromete es parecido a la sensación de un final feliz” 

Jaime Conde-Salazar, La danza del futuro.